domingo, 4 de diciembre de 2011

LA TRAMA

Helena la dama tan bella como las mismas diosas del Olimpo era admirada por innumerables pretendientes.
Ulises también se sumaba a ellos. Sin embargo, su cautela, su sentido común, le permiten darse cuenta que tomar una esposa como ella podría traerle problemas.
Siendo Ulises una persona de post-visión se anima a proponer una solución donde se permita que la joven elija a su futuro esposo y que el resto de los enamoradizos pretendientes respeten la elección y se comprometan entre todos ellos a que si existiera en el futuro algún conflicto, todos juntos salieran en defensa del esposo elegido por Helena.



El padre de la princesa Helena -Tindáreo- quedó satisfecho con tal propuesta por parte de Ulises. Tal era su conformidad que le ofreció a Ulises la mano de su nieta Penélope.
¡El rey de Ítaca quedó encantadísimo! La joven no solamente era bella sino que era la expresión total de la joven-mujer virtuosa.


Ambos –Ulises y Penélope- muy enamorados contrajeron matrimonio.
Luego, nació Telémaco.
¡Ulises se encontraba tan feliz! Su Tierra, su reino, sus queridos padres, su amada esposa e hijo, su querida y respetada gente…
Apenas dos años de vida tenía Telémaco cuando Ulises es convocado para unirse en defensa de Menelaos, rey de Esparta, el esposo elegido por Helena.
Paris, el joven príncipe Troyano, había cometido la imprudencia de enamorarla y llevársela.
El conflicto se hace presente. Comienzan los preparativos de la Guerra de Troya.

Ulises es convocado en virtud del acuerdo existente.
En su interior existe negación. No quiere ir a luchar. Para él primero está lo que tanto ama a pesar de su compromiso y alianza establecida. Finge demencia. Sujetó un arado a dos animales diferentes y araba la arena del mar sembrando sal en lugar de trigo. Palamedes - que junto a Menelaos y Agamenon integraba el grupo de emisarios que habían ido a buscar al rey de Ítaca- dudaba que Ulises estuviese mal de la cabeza. Para descubrir la verdad colocó al pequeño Telémaco en la dirección en que Ulises debía abrir el surco. El rey de Ítaca, levantó la reja del arado para no dañar a su hijo.
¡Los hechos demostraban que Ulises estaba bien cuerdo y debía partir!

Ulises aún en su juventud dejó atrás a su mujer y a su hijo.
Se fue a la guerra de Troya de la que pensaba que volvería pronto, pero el viaje se pronunciaría muchos años, y tendría que superar múltiples obstáculos.
Primero fue Polifemo, un cíclope. El gigante quería comerse a Ulises y a sus hombres pero gracias a su astucia consiguieron escapar.

La siguiente parada de Ulises fue en la Isla de Eolo, que al contrario de Polifemo,
quería ayudarlo, pero la codicia de sus hombres echa todo a perder, el barco se va a pique y Ulises es el único superviviente. Acaba en la isla de la ninfa Calipso, que se enamora de él y no quiere dejarlo marchar, pero Ulises consigue escabullirse con ayuda de otra ninfa, que le da un cinturón flotador, que más tarde le salvará la vida. Con ayuda del flotador llega a otro lugar en el que era admirado y alabado por todas sus hazañas y le ayudan a volver a casa. Ulises de camino de vuelta se encuentra a su hijo, traman un plan y emprenden el viaje a Ítaca.
Cuando llegan nadie lo reconoce salvo su perro Argos,  pero muere a sus pies al verlo. Penélope le llama por si puede darle noticias de su esposo. Ella no le reconoce, pero si la vieja nodriza de Ulises, Euriclea, pues descubre la cicatriz que el héroe se hizo durante una cacería con su abuelo, Autólico. Con una señal, Ulises, le ordena que guarde silencio.
Al día siguiente, Telémaco anuncia que su madre se casará con aquel que repita una hazaña realizada por su padre tiempo atrás. La prueba consiste en hacer pasar una flecha a través de doce anillos, con el arco que Ífito le regaló a Ulises en su juventud.
Sólo Ulises logró repetir la hazaña, los pretendientes ni siquiera lograron tensar el arco.
Inmediatamente Penélope se da cuenta de que es Ulises. De ahí en adelante Ulises quedó dueño de sus tierras para siempre.